Todos o casi
todos nos hemos obsesionado con algo en alguna ocasión. En el deporte,
la obsesión es un mal común. Centrándome una vez más en el atletismo, mejorar
registros, ganarle a un colega o
triunfar en una carrera, podrían ser algunos ejemplos de metas que de no ser alcanzadas, nos podrían conducir a este estado, y como consecuencia de ello, a un
bloqueo mental que nos impedirá
disfrutar y rendir a nuestro nivel. Cuando
esto ocurre, deberíamos preguntarnos qué es lo que nos
mueve a correr, por qué motivo empezamos
y qué es lo que nos aporta.
Generalmente nos olvidamos del motivo principal por el que practicamos deporte. De niños
aspiramos a convertirnos en grandes estrellas mediáticas pero una vez alcanzada
la madurez la gran mayoría lo hacemos por salud o para disfrutar y debemos
tenerlo siempre presente. Saboreando cada entrenamiento conseguiremos liberarnos
de tantas ataduras que nosotros mismos anudamos, es probable que sin querer,
quitemos el freno de mano a las piernas y puede que con suerte, llegue ese registro, le ganemos a nuestro gran
rival o incluso triunfemos en la carrera en la que ansiábamos hacerlo.
Al margen de
los objetivos, de lo que estoy realmente convencido es que, llegado ese momento,
los logros no serán lo más importante si no el camino que hemos recorrido hasta llegar ahí.
Carlos Villamor
Carlos Villamor